Un día, un niño que
pasaba por allí había ido a robar un medicamento para su madre que estaba
enferma. La mujer de la farmacia que fue robada le echó la bronca por robar y
el hombre que presenció toda la escena, la detuvo. Pagó lo que el niño había
cogido y, además, le pidió a su hija que preparara sopa para que el niño se la
llevase a su mamá enferma.
El niño, desde
entonces, iba todos los días a que el hombre le ayudase para curar a su madre.
Pero 30 años después, el hombre sufrió un infarto y tuvieron que llevarle al
hospital. Cuando le hicieron el diagnóstico, el doctor le dijo a la hija que el
tratamiento que requería la enfermedad de su padre tendría un coste muy
elevado. Ella ya lo daba todo por perdido y esperaba a que su padre muriera
puesto que no tenía la capacidad económica para sobrellevar el pago.
Sin embargo, un día la niña despertó en el hospital junto a
su padre y a su lado estaba el presupuesto que le habían dado por escrito. Pero
esta vez, el precio era $0, junto con una nota diciendo que este
tratamiento fue pagado cada día con medicamentos y sopa. Resulta que el niño al
que su padre había ayudado, se hizo médico. El niño no sólo ayudó al padre de
la niña, sino que también lo hizo con muchas personas a las que curó.
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